El turismo y la ética medioambiental
Se podrá lograr el equilibrio ?
Hace más de cincuenta años Aldo Leopol ya planteaba el dilema que existía entre el desarrollo y la conservación del ambiente en su libro de ensayos titulado A Sand County Almanac (1949). En el capítulo IV The Upshot Leopol decía que: "the land ethic todavía no existía: “ There is as yet no ethic dealing with man and the relation to land and to the animals and plants which grow upon it…the land-relation is still stricly economic, entailing privileges but not obligations.”
Veinte años más tarde Charles A. Reich ,en su obra The Greening of America ,decia que: “the question is, can we develop a new consciousness that pleces the individual and humanistic values above the machine ?”; y ahora en este siglo, Andrew Holden de la University of Luton (Reino Unido) se pregunta a si mismo : se necesita una nueva ética medioambiental para el turismo ?
El asunto es que hasta ahora la ética medioambiental es solamente antropocéntrica, es decir una ética utilitarista y economicista que ignora la responsabilidad del hombre con la naturaleza.
Holden dice que es difícil lograr una ética ambiental homogénea para el turismo, por la variedad de sus intereses. Las políticas impuestas por imperativos económicos y descuidando el coste medioambiental del uso de los espacios geográficos, sólo condujo a los gobiernos a establecer criterios de conservación para evitar los impactos, pero en verdad de lo que se trata es de preservar el medio para asegurar el desarrollo vigoroso del turismo. Una ambigüedad inaceptable por algunas Organizaciones sin fines de lucro (ONGs) más extremistas, como los: “eco-guerreros” de las montañas de Colorado al oponerse a la reintroducción del lince dentro del ecosistema de ese espacio geográfico.
Al contrario de lo que ocurre con la ética antropocéntrica, que ignora el valor intrínseco de la naturaleza, la verdadera ética medio-ambiental otorga a todos los entes no-humanos (animales, plantas, rocas) la misma posición moral que los seres humanos. Todos los entes no-humanos deberían gozar de los derechos de libertad de vida y de otros derechos legales, igual que los derechos individuales que reclama el hombre para si.
El problema es que al reconocer los derechos intrínsicos de la naturaleza, entonces el turismo como negocio debe ser cuidadosamente revisado, porque para alcanzar el verdadero turismo sostenible el valor del medio ambiente tendría una mayor importancia que su valor como un recurso de ocio.
Los tour operadores en el mercado del turismo de masas, como Touristik Union International (TUI ) ahora unido a Thomson Travel Group, han desarrollado políticas ambientales pero que muestran un sesgo tecnocéntrico ya que su interés más que nada es reducir sus pérdidas energéticas y de emisiones contaminantes, para elevar la rentabilidad de sus negocios. También los códigos de conductas, se basan en conservar el medio, pero para poder desarrollar el turismo en ambientes mucho más naturales por razones económicas que no perjudiquen al sector.
¿A quién beneficia o perjudica una nueva ética medioambiental ? Esa nueva ética tiene que pasar de la ética antropocéntrica a una ética no-antropocéntrica (una bioética) o eco-holística) y que asegure la igualdad de los derechos de la naturaleza y también del hombre, en especial del hombre ubicado en la comunidad receptora.
Es decir: una ética eco-holística para poner el énfasis en la superviviencia de las especies y los ecosistemas. Con este modelo el el desarrollo del turismo tendría restricciones en ciertas áreas naturales, lo cual parece que es imposible por ahora porque este nuevo paradigma supone un cambio conceptual en el sistema de creencias alejado de lo racional para volver a lo más espiritual.
En resumen, para esto no existe una respuesta simple pues para la mayoría de las partes interesadas en el turismo todo esto supone un cambio muy drástico que podría perjudicar al turismo mismo. ¿Cómo se logra entonces el equilibrio?
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